lunes, 25 de agosto de 2008

Comentario Teatral en Solo Teatro

Perder
Por Luisa Ballentine
Perder cuenta la historia de una familia poco tradicional en los años 50. El padre, la hija y la madrastra son los ejes de esta sátira al modo convencional de vivir, que pone énfasis en la crueldad que pueden enfrentar los más pequeños cuando los adultos tienen dramas pendientes y no son del todo felices.En este cuadro de insultos y ninguneos, aparece un nuevo personaje que agita la intranquila vida de esta casa, se trata de la verdadera madre de la hija que regresa desde el Polo Norte a recuperar algo que no se sabe bien qué es.En medio de los reproches mutuos, de los celos entre las mujeres y del abandono que sufre la hija a su suerte; aparecen guiños al comienzo de la publicidad en esta época, con referencias claras a los productos que incluso llegan a tener dentro del elenco al conocido oso de la Coca Cola, que desatará una de las escenas más graciosas de la obra cuando el padre intente descubrir cuál es el ingrediente secreto al que es alérgico.Así se configura esta burla a ciertos estilos de vida y a la promesa publicitaria de la familia feliz y los peinados encopetados. Tras las puertas de cada casa lo que se vive es muy distinto a lo que plantean los estereotipos.El espacio que ofrece Coartre para esta obra es una pequeña sala con capacidad para 12 personas. Esto permite que el ambiente de intimidad y cercanía que el público experimenta con los personajes, genere una participación cómplice que marca la silenciosa interacción entre quienes están en escena y quienes participan observando.La puesta en escena evoca el comedor de una casa. La musicalización está a cargo de los mismos personajes que se acercan a un equipo para sonorizar los distintos momentos de la obra. Exactamente lo mismo pasa con las luces.Perder, en suma, grafica el momento de derrumbe de la convivencia, las prioridades erróneas de una familia, los discursos prefabricados y lo irrecuperable de todo una vez que se han cruzado ciertos límites. Nada es tan importante como el propio yo, y asimismo es como todo se pierde.